Más del 80% de las escorias producidas en España son aprovechadas a traves de distintas vias de utilización, evitando el consumo de otros recursos naturales y mejorando el rendimiento de muchos procesos. El uso de las escorias férricas en lugar de los áridos de origen natural, como la caliza o el granito, no solo implica un ahorro de la energía necesaria para obtener el árido natural proveniente de las canteras, sino que además elimina otros impactos negativos asociados, como los efectos en la biodiversidad o las alteraciones del paisaje. En el caso de la producción de cemento, el uso de escoria de horno alto como sustitutivo del clinker reduce el balance global de emisiones de CO2, debido al ahorro de combustibles y a que evita la sinterización de la caliza u otros materiales calcáreos.

Sin embargo la situación en cuanto a la clasificación de este tipo de sustancias y materiales no es uniforme en los Estados miembros de la Unión Europea. Debido a la experiencia adquirida y a los acuerdos alcanzados con las autoridades ambientales, algunos tipos de escorias ya se reconocen como productos o subproductos en varios países. Pero continúan teniendo estatus de residuo en otros, como es el caso de España. Esta situación de incertidumbre ha provocado serias restricciones en el traslado doméstico e interfronterizo de estos materiales, impactando en su competitividad. La obligación de obtener una autorización como gestor de residuos para poder hacer uso de las escorias, conlleva burocracia y obligaciones de documentación, que a su vez generan retrasos y pérdidas en la producción. Además incrementa los costes de gestión y uso llegando a provocar en algunos casos restricciones al comercio de un material altamente valioso y competitivo.

Las escorias cumplen sobradamente los criterios recogidos en el artículo 4 sobre subproductos de la Ley 22/2011 de Residuos y Suelos Contaminados. El sector ha solicitado ya al Ministerio de Medio Ambiente y a la Comisión de coordinación en materia de residuos, el inicio del procedimiento de clasificación de este material como subproducto.

Dentro del Proyecto Eta-Beta, Life+ Políticas y Gobernanzas Ambientales, se ha desarrollado un Modelo de Gestión Conjunta para Áreas Productivas y se ha aplicado a 5 casos pilotos en Italia y España.

Este modelo permite gestionar los recursos de toda el área productiva teniendo una visión global de la misma. De esta manera, lo que para una empresa puede ser un residuo bien podría ser utilizado como recurso por otra del mismo parque o polígono sin que tenga que salir del entorno.

Se mostrarán casos de éxito como Geolit (Mengíbar) o Macrolotto di Prato (Italia).