Uno de los principales objetivos de la Educación Ambiental (EA) es dar a conocer la Naturaleza, condición imprescindible para desencadenar los procesos afectivos que permanecen vinculados a toda comprensión cognoscitiva.
Pero la Naturaleza o Medio Ambiente tiene un carácter eminentemente territorial, en el que la integración de los componentes del medio, entre los que se encuentra el hombre, y sus interacciones tienen un reflejo visual que conocemos como paisaje. Según el resultado de esas interacciones más o menos visibles podremos calificar la salud de los paisajes.
Así pues enseñar a percibir y a interpretar el paisaje, y sus componentes, tiene una especial importancia, y puede hacerse desde enfoques complementarios como son el visual y el ecológico. En el primero se tiene en cuenta la visibilidad del territorio, en donde incide la accesibilidad al mismo. En el segundo se persigue el análisis y comprensión de las interacciones del sistema oculto (criptosistema), que se manifiestan al exterior (fenosistema) (González Bernáldez, 1981). En cada uno de ellos pueden emplearse técnicas de conocimiento utilizadas en disciplinas como la planificación física con base ecológica (Ramos Fernández et al, 1979), o la evaluación de impacto visual de actividades humanas.
Los itinerarios ambientales son un recurso empleado en EA para enfrentar a las personas con el medio natural, para su análisis e interpretación mediante técnicas perceptivas y ecológicas.
La interpretación ambiental se define como un proceso de comunicación diseñado para revelar significados e interrelaciones de nuestro patrimonio natural y cultural. Es una forma directa de comunicar determinados contenidos, de transmitir un mensaje educativo de forma amena, y que este mensaje llegue al sujeto y lo impacte, lo motive positivamente (Morales, 1989). Así pues, la Interpretación es una herramienta de la EA que consiste en descubrir en el entorno un conjunto de componentes por los cuales nos sentimos atraídos y entre los que existe una relación de interdependencia (Díaz Pineda, 1988).
En los itinerarios ambientales se pueden combinar técnicas de análisis visual, mediante observaciones realizadas desde puntos estratégicos de observación (PO), y de Interpretación del entorno, donde la persona se interesa por los componentes y relaciones del medio perceptibles a simple vista. Desarrollar en las personas los hábitos de interés por entorno cotidiano, y capacidad de observación e interpretación, de forma amena y sencilla, son algunos de los objetivos principales a conseguir mediante los itinerarios ambientales.