Ha habido una cumbre oficial, en la que se ha aprobado la controvertida declaración “El futuro que queremos”. Y luego la otra cumbre, en la que no han dejado de surgir cosas interesantes y la que nos hace volver más esperanzados.

Han pasado 20 años desde la primera conferencia de Río, 40 desde la de Estocolmo, y es el momento de la corresponsabilidad. Durante toda la semana, ha habido un mismo mensaje que se repetía allá donde fuéramos: la responsabilidad es de todos. No sólo de las naciones, sino también nuestra: de nuestras ciudades, de nuestras empresas, de nuestra organización, de nosotros mismos.
Está claro que el avance de los Gobiernos es mucho más lento de lo que desearíamos. El propio sistema de Naciones Unidas, que sustenta el imprescindible multilateralismo, dificulta mucho la toma de compromisos más ambiciosos. Sin embargo, en la otra cumbre, en la paralela, ha quedado patente que se pueden hacer ya muchas cosas para empezar a actuar de forma decidida: generar redes, asumir compromisos voluntarios, colaborar e intercambiar conocimientos y buenas prácticas... La sostenibilidad no es una carga, sino un camino a seguir. “No es una opción, sino una obligación”, como ha expresado Javier Maroto, el alcalde de Vitoria, la European Green Capital, en los distintos foros en los que ha intervenido aquí.

El papel de los gobiernos locales y regionales sale reforzado de esta cumbre, como han recalcado el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, o el director de Medio Ambiente de la Comisión Europea, Karl Falkenberg. Coincide con ellos el regidor de Medio Ambiente de Barcelona, Joan Puigdollers, que también ha remarcado aquí el importante peso de las alianzas público-privadas para afrontar con éxito los retos de una agenda verde.

Las propias empresas reclaman también más protagonismo. Como las llamadas corporaciones B, que tienen en sus objetivos estatutarios dar respuesta a una necesidad social o ambiental, sin perder por ello su ánimo de lucro. O los proyectos de emprendedurismo social, con plataformas de P2P, de intercambio libre de información que permiten nuevas formas de organización.

En la base de muchos de estos foros, se hablaba de construir una nueva economía basada en un cambio de valores y en un reconocimiento de que los recursos son finitos. La responsable de una ONG norteamericana, un informático brasileño ex consultor del Banco Mundial, un funcionario indio de Naciones Unidas, un profesor de Oxford que trabaja con las comunidades indígenas en Santa Marta (Colombia)… Aquí nos hemos encontrado con mucha gente de distintos países, culturas, trayectorias profesionales o edades, unidos por la idea de soñar un mundo mejor. Y eso genera ilusión, energía para volver a casa y tratar de sobreponerse a la crisis aportando nuevas soluciones y enfoques que nos permitan salir también de la otra crisis, la del planeta.

Queremos poner nuestra pequeña aportación. La Fundación Conama y Ecodes nos sumamos hace meses a una iniciativa que se ha presentado en la última jornada de la conferencia: la Unión Global por la Sostenibilidad. Creemos que elevar la mirada y trabajar en red es importante. Y más hacerlo en un espacio que nos permite pasar a la acción, en base a compromisos voluntarios y medibles que adquieran empresas, ONG, gobiernos locales y regionales e individuos.

Llegar a acuerdos entre todos los países es valioso, y necesario, pero no debe retrasar a los quieran avanzar de forma más decidida. Su liderazgo puede contagiar a otros y abrir camino para demostrar que es posible el cambio a un modo de vida más sostenible.

Para muchos, queda también la idea de unos y otros íbamos pasando de una cumbre a otra, de un foro a otro, haciendo que estos no fueran compartimentos estancos.