En el ámbito geográfico mediterráneo, los paisajes y la biodiversidad que éstos sustentan están o han estado ligadas al hombre desde antaño y muchos son fuente de recursos naturales que han sido explotados de forma más o menos racional en el tiempo.
Ejemplo de ello es la obtención de sal por evaporación solar. Precisa de unas condiciones topográficas, climáticas, geológicas y ecológicas concretas y crea a su vez unos paisajes y hábitats característicos.
El proceso consiste en introducir agua salada en estanques en serie, cuya salinidad va creciendo gradualmente, hasta lograr evaporar totalmente el agua y cristalizar la sal. Cada uno de los estanques constituye un ecosistema salino específico que tiene una biodiversidad y abundancias adaptadas a esa salinidad en concreto, con su propia red trófica y sus relaciones con el medio. Así pues una salina de evaporación solar es un microcosmos de hábitats (hiper-)salinos discretos pero interdependientes.
La producción de sal en una salina de evaporación solar depende a su vez del correcto mantenimiento de su equilibrio ecológico, pues una adecuada distribución y composición de las especies que en ella se encuentran contribuyen a una cristalización rápida y óptima de la sal. Por otro lado, un desequilibro ecológico tendría consecuencias negativas directas sobre la calidad y la cantidad de sal a cosechar.
Se ha demostrado, por otro lado, que el abandono de la actividad salinera, es causa de pérdida de biodiversidad, pues el hábitat se uniformiza al igualarse la salinidad de los estanques y las especies halófilas, raras y frágiles, van siendo sustituidas por otras generalistas e incluso oportunistas.
Las empresas salineras son cada vez más conscientes de la interrelación entre el mantenimiento del ecosistema y una producción de sal de calidad y se toman muy en serio su gestión. Además, han aprendido a aprovechar otros subproductos de las salinas que se dan en espacios con un adecuado manejo del ecosistema, como la ictiofauna, la vegetación halófila, los crustáceos, las algas, otros microoganismos, etc., compatibles todos ellos con la obtención de sal de calidad y que permiten que el negocio sea cada vez más autosuficiente e incluso rentable.
Se trata pues de un claro ejemplo de sinergia entre hombre y naturaleza, entre paisaje y paisanaje, de cómo están íntimamente ligados el recurso natural y su explotación racional. Pero no sólo eso, sino que al tratarse de un hábitat artificial que pese a ser creado por el hombre enriquece la diversidad y abundancia de especies, se podría hablar de un ejemplo de actividad con un de impacto positivo neto (NPI, en sus siglas en inglés) sobre la biodiversidad, que además es económicamente autosuficiente.