Un grupo de niños de entre tres y cinco años se afana en hacer añicos el hielo de un charco. Una semana antes habían chapoteado en su agua. Un mes después, ya no hay agua en la que chapotear. Y así transcurre el tiempo en el Grupo de Juego en la Naturaleza Saltamontes, un proyecto pedagógico para niños de 3 a 6 años que pasan todas las mañanas de lunes a viernes en el monte, en plena Sierra de Guadarrama. Sin aulas, sin paredes, sin pizarra… su rutina diaria consiste en subir a un monte de encinas, pinos y jaras y jugar con lo que la naturaleza les ofrece. Lo hacen bajo el acompañamiento respetuoso de unos educadores que crean un clima de seguridad, confianza y alegría para el desarrollo armonioso del juego espontáneo, que les ayudan en la búsqueda de su camino y les dan apoyo emocional en el proceso. Así, el proyecto pedagógico GJN Saltamontes está basado en dos grandes pilares: El respeto al niño y el permanente contacto con la naturaleza. Aunque no sigue ninguna línea pedagógica en concreto (Piaget, Montessori, Waldorf…), se fundamenta en la confianza en el niño, sus intereses, sus motivaciones y su proceso individualizado de aprendizaje: se presta más antención a su desarrollo socioafectivo que al alcance de hitos concretos; en definitiva se ve al niño como una persona y no como un proyecto de persona. Desde el punto de vista del contacto con la naturaleza, ésta les ofrece espacios y experiencias difíciles de reproducir en ambientes cerrados o en visitas puntuales al campo. Ofrece materiales suficientemente ricos y variados como para estimular sus sentidos, despertar su curiosidad, dar alas a su imaginación, fabricar sus juguetes, construir su juego simbólico, y ofrecer retos de diferente nivel para su desarrollo. Este tipo de proyecto, aunque pionero en España, funciona desde hace décadas en países de los entornos germánico y escandinavo. Ya ha generado numerosos estudios científicos donde se muestran las ventajas que supone permanencer a diario en la naturaleza para el desarrollo motor, sensorial, cognitivo, social y psicológico de los niños, así como para su salud física y mental. Y desde el punto de vista más curricular, como se ve en el ejemplo del principio, a estos niños no hace falta explicarles la naturaleza, porque la viven a diario… Reciben por tanto un enfoque más ecocentrista y menos catastrofista del medio ambiente y ello resultará en una actitud más inclusiva y proactiva hacia la naturaleza en la edad adulta. Por ello quizá la principal ventaja para todos los implicados en este proyecto y para la sociedad y el medio ambiente en general, la que constituye una mejor inversión a largo plazo, es la de estar formando mejores personas para un planeta mejor.