Se fija como objeto de este trabajo el estudio de las diversas técnicas aplicables al control y gestión de las aguas pluviales en vertederos de residuos no peligrosos, aportando una solución para optimizar su tratamiento.
En general, en España, en el momento actual, la práctica totalidad de los núcleos urbanos, instalaciones industriales, vías de comunicaciones y los distintos tipos de vertederos, no tratan sus aguas pluviales, canalizándose directamente hasta el punto final de vertido al cauce público, o infiltrándose en el terreno.
En el caso concreto de los depósitos controlados de residuos, el plan de acción generalizado para el tratamiento de las aguas de lluvia consiste en impedir que éstas se contaminen, evitando en lo posible que entren en contacto con el residuo o con cualquier foco potencialmente contaminante. Para ello el mejor consejo es el impermeabilizado y mantenimiento exhaustivo de todas las cunetas, tuberías y otros constituyentes de las redes de recogida de aguas pluviales, impidiendo la acumulación de residuos en las mismas que puedan contaminar las aguas de escorrentía.
Cuando las aguas pluviales presentan concentraciones superiores a los límites permitidos, en la correspondiente AAI, es necesario realizar un estudio de detalle de la problemática existente para definir una estrategia de las acciones a seguir (reducción de las escorrentías, delimitación de las zonas problemáticas, etc.), para finalmente efectuar un estudio de las posibles alternativas de tratamiento.
Los sistemas empleados para la reducción de la carga contaminante de las aguas pluviales suelen ser tratamientos 'blandos', basados principalmente en la sedimentación, decantación, infiltración, etc. Su viabilidad depende de distintos factores como el tipo de contaminante, caudal, costes, etc. Únicamente cuando se demuestra que este tipo de tratamientos son inviables, o no alcanzan los objetivos perseguidos, se considera el empleo de tecnologías de tratamiento asimilables a las usadas para las aguas residuales.
En la mayoría de las ocasiones el mejor tratamiento consiste en una combinación de diferentes tecnologías que obligatoriamente han de considerar:
Capacidad para cumplir con los requisitos reglamentarios.
Eficacia de los sistemas de tratamiento para reducir los contaminantes.
Restricciones del emplazamiento, como superficie disponible, topografía, geología, condiciones climáticas, nivel freático, etc.
Costes de construcción y mantenimiento.