: EL JARDÍN ISLÁMICO. El AGDAL DE MARRAKECH
Debido a al amor que los musulmanes sentían por la naturaleza, un nexo de unión recogido en el Corán, se crearon bellos jardines para el disfrute que invitan al recogimiento y la contemplación, repletos de flores, plantas aromáticas, árboles frutales, surtidores, fuentes, albercas y acequias. El agua refleja la arquitectura y aporta un elemento sonoro que facilita la relajación. Se priorizan todos los sentidos: olfato, vista, oído, tacto y gusto. El jardín andalusí no solo cumple función estética, sino que es una fuente de conocimiento y experimentación botánica.
Así, el jardín andalusí e islámico, se puede contemplar desde cuatro ángulos distintos:
El jardín huerto, en cuya composición vegetal priman las plantas aromáticas, árboles frutales y productos hortícolas. Implica un correcto aprovechamiento del agua, la combinación adecuada de las especies botánicas y la innovación en las técnicas agrícolas –injertos, poda, abonos.
El jardín científico está dedicado a las experimentaciones botánicas destinadas a la agronomía, la farmacopea y la industria vegetal –tintes, tejidos. Para ello fueron necesarias la introducción y aclimatación de numerosas especies desconocidas hasta entonces.
El jardín místico, como un lugar idílico y rebosante de paz, generalmente localizado en el Más Allá, en el que fluyen ríos y arroyos, y en el que crecen abundantes flores y árboles. Un espacio en el que el ser humano puede obtener el sustento material y la paz espiritual. El jardín, en definitiva, como metáfora del paraíso.
El jardín poético, plasmado en la literatura medieval islámica. Se inició así un movimiento poético que recorrió Oriente Y Occidente. Los poemas que hacían referencia a los jardines se llamaban rawdiyyat (de rawd, jardines, en árabe), y los que se referían a las flores se conocían como nawriyyat.
El Agdal de Marrakech
En este sentido, el jardín del Agdal de Marrakech, cuyo proyecto de restauración ha asumido la FUNCI junto con otras contrapartes marroquíes, es paradigmático, pues en él convergen los cuatro aspectos. El Agdal de Marrakech es sin duda unos de los más importantes jardines islámicos y agrícolas del mundo, el mayor y el único de época almohade (ss.XII-XIII). Así, sus aproximadamente 500 hectáreas agrupan tanto elementos naturales como culturales de enorme valor. Entre sus cultivos se conservan colecciones de frutales antiguos únicas. Alberga pabellones y miradores de recreo pertenecientes a distintas dinastías, así como grandes estanques de agua, un complejo sistema de irrigación y todo un entramado de murallas y cerramientos de adobe de origen almohade.